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Entonces se encendió el furor del Señor contra Israel, y durante mucho tiempo los entregó en manos del rey Jazael de Siria y de su hijo Ben Adad. Sin embargo, Joacaz oró en presencia del Señor, y el Señor lo escuchó porque vio cómo el rey de Siria afligía a Israel.

En efecto, el Señor envió un salvador a Israel, que los libró del poder de los sirios; así los israelitas volvieron a habitar en sus tiendas, como antes.

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